Chiquimitio

A los turistas les encantan nuestras aguas. No cabe duda que son bellísimas.
-María Inés del Rosario, habitante de Chiquimitio.



Chiquimitio


Conoce un poco de nuestra cultura.

SON CICATRICES y heridas que quedaron al descubierto y recuerdan otras etapas geológicas, cuando en el mundo se esculpía y pintaba a si mismo, con sus rumores silenciosos, de donde ahora escapan los aromas de la tierra, el concierto de los ríos y las cascadas y las fragancias de los árboles, las plantas, los helechos y las flores.


Entre los pliegues de la tierra, el barroco es refugio de aves que planean suavemente o se persiguen en raudo vuelo hasta las frondas de los árboles cubiertos de musgo y rodeados de vegetación, en un mundo palpitante de insectos y criaturas minúsculas, piedras y cortezas enlamadas. Hay que descender. El susurro de la cascada es un lenguaje que no cesa, una voz que habla de día y de noche, en la mañana y en la tarde, en todas las estaciones. Anuncia una caída de agua espectacular e imponente, entre paredes rocosas e insospechadas.


Yace, aquí y allá, la hojarasca cubierta de barro. De alguna parte del acantilado brota agua que trae consigo aromas de la intimidad de la tierra y recibe el oxigeno que viene de la montaña, donde la naturaleza no olvido deslizar sus pinceles y dejar la policromía de la vida, con sus formas, sabores y fragancias. El trotamundos, interesado en llegar hasta el rio para contemplar desde allí acantilado y El Salto, reposa algunos instantes en el objetivo de respirar hondamente, sentir el oxígeno de la montaña, observar el escenario y llevar consigo un pedazo.



Galería de fotos, próximamente.